Cuando la Covid-19 golpeó Nueva York en marzo, la soprano Lisette Oropesa llevaba cuatro funciones de La traviata en el Metropolitan Opera. La crítica de The New York Times elogió su “canto exquisito, juvenil encanto, conmovedora fragilidad y, al final, sombría intensidad”. Poco se imaginaba que su siguiente función no sería hasta cuatro meses más tarde (también como Violetta) en un escenario con cuadrícula en el suelo, cantantes restringidos a espacios específicos e integrantes del coro con mascarillas.

Lisette Oropesa (Violetta)
© Javier del Real | Teatro Real

“Supimos acerca de la cancelación del Met a través de las redes sociales”, me comenta Oropesa a través de Skype desde Múnich. “Yo ataco directamente a la yugular, no me quedo inactiva ante las cosas, así que intenté averiguar por qué no se había enviado un correo.” Por todas partes, los cantantes criticaron mucho la manera en la que descubrieron que sus contratos se habían cancelado. “A pesar de que un correo masivo resulta impersonal, es mejor decírselo a tus artistas y empleados antes de anunciarlo en las redes sociales. Supongo que muchas compañías se dejaron guiar por el instinto. Después recibí una llamada en la que me dijeron que no habría más funciones de La traviata y que me podía ir a casa. Mi apartamento estaba alquilado para otras dos semanas más -y Manhattan no es precisamente barato-, así que tuve que asumir el coste.” Si no hay show, no hay paga. “Y como era causa de fuerza mayor, no vimos ni un dólar!”

Como su Lucia di Lammermoor en la Bayerisches Staatsoper también se canceló, Oropesa se marchó a casa en Baton Rouge en Louisiana. Allí contactó inmediatamente con el sindicato AGMA (American Guild of Musical Artists), que tiene un fondo de ayuda para artistas para pedirles que aumentaran el tope de $1000. “Mucha gente ni siquiera sabía que existía. Conseguimos subirlo a $2000.” A continuación, Oropesa se dedicó junto con otros cantantes a tratar de mejorar la situación de los solistas. “AGMA representa a solistas, coros y directores de escena, pero lo que los solistas conseguimos de AGMA en proporción a lo que aportamos, no es lo mismo que lo que consiguen los cantantes de coro. Después de semanas de reuniones a través de Zoom, el asunto empezó a ponerse bastante feo, así que decidí que debía encontrar otro modo de resultar útil durante ese periodo. Estaba empleando mucho tiempo peleando, estaba muy enfadada y me sentía muy frustrada. Tenía sentimientos muy fuertes así que dejé el asunto de los solistas, escapé a Santa Fe durante unos meses y centré mis esfuerzos en otras cosas.”

Lisette Oropesa
© Steven Harris

Esos esfuerzos se dirigieron a través de Zoom hacia masterclasses… pero no una, ni dos, sino nada más y nada menos que 58 a mediados de agosto. Es una actividad que requiere mucha organización en la que entran en juego suscripciones, sistemas de correo, planificación de clases y materias y profesores invitados. “Enseñar es agotador!” exclama, pero, claramente, está entusiasmada con ello.

La siguiente llamada fue del Teatro Real. Bueno, dos llamadas. La primera fue para cancelar su producción de La traviata programada para mayo, pero barajaban la posibilidad de que fuera adelante en julio así que a Oropesa le dijeron que “paciencia”. En junio la llamada fue para volar a Madrid, 14 días de cuarentena y comenzar los ensayos. Oropesa estaba en dudas. 

“No me sentía cómoda viajando dadas las circunstancias. Tendría que haber ido a casa y volar desde Louisiana, pero no había vuelos directos. Todo el asunto se me presentaba muy negro. Temía que tuvieran que cancelar de todos modos y me tuviera que quedar allí. Estaba preparada para dar por perdido el verano.”

“Bien, llamaron un par de días después y dijeron, ‘Queremos que estés en la producción. ¿Qué te parece si vienes a finales de julio?’ Así que dije, de acuerdo, ensayamos, estrenamos en julio y ya veremos si tienen que cancelar o no. Qué puedo decir… ¡soy una persona pesimista! Animo a los demás a ser positivos, pero en el fondo siempre temo lo peor.

Lisette Oropesa (Violetta)
© Javier del Real | Teatro Real

“Decían que iban a hacer esta producción con distancia social, nadie se tocaría, todo el mundo llevaría mascarillas, todo con esta idea. Pero lo que yo leía en los medios era que todo iba a estar cerrado durante un año, o incluso dos. “En los coros no pueden estar cerca, las personas no pueden cantar en medio de otras personas; ¡la saliva viaja más de metro y medio! Todo lo que leía era el desastre que se avecinaba para el mundo de la música. ¿Cómo demonios se suponía que el Teatro Real me iba a convencer de que en Madrid todo iba bien?

Pero a mediados de julio, Oropesa tomó un vuelo de Dallas a Madrid y, como tiene pasaporte español, pudo volar directamente. El protocolo era estricto. “Cuando llegué a Madrid, me hicieron un test para la Covid y cada día, antes de entrar al teatro, había que limpiarse las manos, te tomaban la temperatura y te cambiaban la mascarilla. Tomaron muchas precauciones y gestionaron todo sin que se pusiera enferma ni un alma.” Ciertamente, el Teatro Real ha llevado a cabo una operación increíble, 27 funciones con cuatro repartos y la asombrosa cantidad de 22.000 espectadores que asistieron (con la capacidad del teatro al 50%). Oropesa recibió magníficas críticas e incluso ofreció una propina de “Addio del pasato”, la primera vez que una soprano sola ha cantado un bis en el teatro.

¿Cómo ha resultado interpretar una Traviata con distancia social en la que Violetta no puede tener contacto físico con Alfredo? ¿Resultaba anómalo tener que mantenerse siempre dentro de un cuadrado de la tarima? “Tienes un área en la que tienes que estar”, explica Oropesa, “y dentro de ese área,  puedes hacer lo que quieras. Todo el escenario estaba marcado como un tablero de ajedrez. Vi la producción dos veces. La transmisión con Marina Rebeka y después la de Ruth Iniesta en el teatro. Quería saber cómo era desde la perspectiva del público. Estás viendo algo como un partido de tenis, es difícil conectar quién habla a quién. A primera vista para una versión de concierto, -todo el mundo de smoking o vestido de noche- pero según avanza la noche, comienzas a ver algo de escenificación, más drama, una vez que han pasado las escenas de fiestas. Lo que ví es que había más libertad de lo que me imaginaba. 

Lisette Oropesa (Violetta)
© Javier del Real | Teatro Real

“¿Pero no abrazar a Alfredo? El concepto que planteó el director giraba en torno a la idea de que Violetta era contagiosa y era por eso por lo que todo el mundo permanecía alejado de ella. ¡Lo cual es cierto! El hecho de que Alfredo quisiera estar con una mujer que tenía tuberculosis - y todo el mundo sabía que la tenía - era bastante osado. Podría haber contraído la enfermedad con bastante facilidad. Así que jugamos con la idea no de la Covid, sino de lo que hemos aprendido de la Covid, así que él siempre estaba alejado de ella. “Amami Alfredo” en el acto 2 funciona, en cierta medida, porque ella intenta alejarse de él. “Solo quiéreme y sabe que te quiero muchísimo,” canta ella, y tiene sentido.”

¿Es esta la nueva normalidad? ¿Vamos a tener que acostumbrarnos a producciones con distancia social? “Sí creo que esto va a ser la “nueva normalidad” durante un tiempo. No va a ser para siempre, espero. Dios, no quiero que esto sea “lo normal”. No creo que debamos acostumbrarnos a lo fácil que es ver cosas en internet y considerar la experiencia al mismo nivel que lo que ves y escuchas en el teatro.”

Lisette Oropesa
© Steven Harris

Oropesa estará en Europa hasta diciembre. Tras una gala Rossini en el Arena di Verona, disfrutó de la “brisa de las montañas” en Italia y Suiza antes de dirigirse a Londres para una gala benéfica en la Royal Opera, un recital en Wexford y a continuación Viena para su debut en la Staatsoper en octubre (Konstanze en una nueva producción de Entführung). En esta época de tanta incertidumbre y en estos momentos en los que la ópera da sus primeros pasos de vuelta a los escenarios, ¿qué miedos y qué esperanzas ve en esta forma artística?

“Espero que la gente no de las cosas por sentado en adelante. La experiencia de ver óperas cada noche por internet está muy bien, pero también hará que aprecies la vivencia real incluso más que antes. Nunca he valorado lo fácil que era viajar a cualquier parte sin restricciones. Las restricciones te hacen valorar las cosas. Las restricciones potencian la creatividad. Si te dan un papel en blanco y te dicen que dibujes algo, es difícil ser creativo. Sin embargo, si te dan un papel en blanco con un cuadrado negro, tienes un limitación que puede inspirar algo”.

Traducido del inglés por Katia de Miguel